Paola nació en Roma, donde tuvo una infancia feliz hasta que su padre murió cuando ella tenía 10 años y la familia se mudó a un pueblo en el sur de Italia donde vivía la familia de su madre.

"El pueblo me quedaba pequeño", explica Paola, "los vecinos estaban al tanto de todo lo que hacía". Con 18 años comenzó a trabajar. Le gustaba fumar cannabis, escuchar música alternativa y vestirse "de manera diferente". Sus amigos son 10 años mayores que ella, casi todos consumían heroína, pero le decían que ella no tenía que hacerlo y Paola se sentía protegida. Poco a poco sus amigos, como miles de jóvenes de esa época, se van muriendo de SIDA.  

Paola se queda sola y comienza a consumir. Seguirán años de inestabilidad en los que se mezclan desilusiones de amor y consumo de drogas, hasta que Paola es condenada a 3 años de prisión donde dejará de consumir.

Poco después de salir de prisión se queda embarazada de un chico perteneciente a la mafia. Teme que el grupo pueda lastimar al bebé y escapan de Barcelona. Finalmente, el embarazo no llegará a término y la pareja termina separándose.

En los años siguientes Paola pasa por periodos de consumo y abstinencia, pero su calidad de la vida se está deteriorando.

Actualmente Paola vive en la calle con su pareja, están buscando trabajo y piso para volver a vivir "normalmente".