Cuando Fabio nació, sus padres le pusieron el nombre de un hijo que habían perdido poco tiempo antes. Pasó su infancia intentando ser tan bueno, tal y como le decían que había sido ese otro hermano que nunca ha conocido, y escuchando a sus padres decirle que nunca lo sería.
Con 13 años empezó a consumir y a vender hachís y cocaína y con 14 años se marchó de casa.
Fabio lleva 35 años viviendo en la calle.
En 2014 le detectaron un cáncer de garganta y le hicieron una traqueotomía. Desde entonces se encerró un poco más en sí mismo ya que le cuesta mucho comunicar.
Cuando le pregunté cual era el sueño de su vida, me ha dicho que no tiene ninguno…
